CAMINANTE
Caminante voy y vengo. Sin tener ningún camino todos los caminos tengo, por todos voy caminando y en ninguno me detengo.
Al ir midiendo distancias, copla a copla, verso a verso, me voy llevando caminos y me voy quedando en ellos. Puedo llevarme paisajes al ir dejando recuerdos, al ir dejando cantares puedo llevarme silencios.
Puede una misma palabra crear abriles o inviernos, lo mismo que un mismo viento le hace bien a los trigales pero mal a los almendros. Y puede un mismo cantar dar vida o muerte a un recuerdo, lo mismo que un mismo viento aviva los fuegos grandes, pero apaga a los pequeños.
Alumno de amor y penas, aprendiz de pensamientos, estudiante de horizontes y bachiller de senderos, voy, archivero de tardes, coleccionista de vientos, echando al vuelo unas coplas, sembrando al paso unos versos.
No sé si traigo algo viejo o nuevo; o nada nuevo ni viejo. Dejo y llevo lo que siempre se deja o se lleva el viento: desolación, si huracán, si brisa, florecimiento.
Traigo el amor, siempre joven, traigo el dolor, siempre viejo; traigo la vida, la muerte, niñez, llantos, penas, juegos, algo de sonrisas y algo para sembrar sentimientos.
Nada tengo y tengo todo, dejo todo y todo llevo: soy un camino de aire, soy como un viejo andariego
Y, a los hombros, esta leve y breve alforja de viento, ando póbremente rico con mis versos, y ando ricamente pobre con mis sueños.
Y, como digo en mi cante: como un viejo caminante, caminante voy y vengo, sin tener ningún camino todos los caminos tengo; por todos voy caminando y en ninguno me detengo.
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