MARTIRES DE ALMERIA
(La otra Memoria Histórica) Solo la luna miraba como tiraban los fardos. Cien fusiles vigilaban mientras caían rezando.
Y en el cielo los luceros miraban para otro lado avergonzados los pobres de servirles de entorchados.
¡Apresura el paso, viejo, que Dios se encuentra esperando ahí abajo, en ese pozo donde te esperan tus santos!
Los lagartos y alacranes se escondían asustados sin atreverse a mirar lo que allí estaba pasando.
¡Ahora te toca a ti, niño, que ayer te pillé rezando!, ¡Y con las manos atadas tambien lo tiran abajo!
Solo la luna miraba, pues el sol se había marchado horrorizado también de que mataran sus rayos.
Unos vestian con monos y gritaban asustados. Otros rezaban tan solo y se iban despeñando
a la negrura del pozo que les daba sus abrazos arropandolos al fondo con sus cuerpos destrozados.
¡Lágrimas rojas surgían de la luna y de su halo al contemplar con horror el martirio de unos santos!
La pobre se preguntaba: ¡Si esa gente no ha hecho daño! ¿Por qué con tan mala saña sin piedad los van matando?
Ya solo queda un curita con rostro aterrorizado y su sotana raída de soportar culatazos.
¡No quiero morir, no quiero, que yo no hice nada malo! ¡Vete al infierno, beato, que el pueblo ya se ha cansado
de soportar tus sermones ayudando al rico amo. ¡No quiero morir, no quiero! ¡Hala, curita, pa abajo!
Ya se acabó la faena. Ya se terminó el trabajo. Ya hay trescientos cuervos menos que, valientes, liquidamos.
Allí no habían tricornios. Tampoco habían gitanos. Los mártires y asesinos eran españoles payos.
Eso fue hace mucho tiempo y todo está perdonado. Mas la luna fue testigo y ella me lo ha recordado. |