PADRE NUESTRO CARPINTERO
Manuel Benitez Carrasco escribió unos versos referentes al taller de carpintería de su padre, en ocho variaciones sobre el mismo tema, con un breve preámbulo que dice así:
Siempre que paso ante la puerta de un taller de carpintería, instintívamene me detengo; y, como un furtivo ladrón de perfumes, aspiro largo rato el puro y nunca olvidado aroma vegetal de la madera. Y veo a mi padre con su mandil y un equilibrista lápiz sobre una oreja.
Una de estas variaciones es como un símil del Padre Nuestro a modo de sus recuerdos. Y dice así:
Padre mío, que estás en la madera, y que le diste al árbol las lecciones de tu sabiduría carpintera; santificado sea tu nombre en cada pupitre, ventana o retablo, en los que vives tú y en los que el árbol vive gracias a tus manos; venga a mí tu reino de sudor artesano, paciente y sereno; hágase tu voluntad paternalmente tierna, grave y fuerte, así en esta madera de mi vida como en la de mi muerte.
Sigue dándome en el pan de cada día el querido recuerdo de nuestra pobreza alegre y limpia; perdona la inconsciencia de mis caprichos y mis llantos de niño; y los dolores de cabeza que mi cabeza a pájaros te causaron, así como yo tambien perdono el tiempo que se llevó el caballo de tus duras rodillas en las que cabalgaban mis pocos siempre recordados años.
No me dejes caer en la tan remota tentación de olvidar mi ascendencia carpintera; y con una viruta celestial de tu celestial taller haz un escudo que me libre de todo mal. Amén
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