EL MAR Y EL MARINERO
Hay una historia escrita con la punta de los dedos en la arena de la playa en que naufragan mil veleros. Cuentan que fueron las olas las que escribieron los versos de aquel mágico romance entre el mar y un marinero. Lo contaban las gaviotas, lo escuchaban los jilgueros y un bramar de alas de albatros se lo confesaba al cierzo.
Sucedió una noche oscura en que el mar vistió de negro y bailaba con la estela de un fugaz barco pesquero -¡Qué bonitas son las olas! ¡Qué bonito el mar abierto! ¡Qué penita estar a solas!- susurraba el marinero. -¡Qué bonitas sus palabras! ¡Qué desnudo está su pecho! ¡Qué penita que no me oiga!- le decía el mar al viento.
El levante, enternecido, resopló a carrillos llenos y estrelló una ola de espuma en el casco del pesquero se alzaron mil gotas de agua reflejando mil luceros que escribieron en la noche cada letra de un te quiero. - ¡Qué bonitas son las olas!- Susurraba el marinero -que parece que me digan al oído este Te quiero.
-¡Ya no me hables de las olas!- Dijo el mar al marinero - que hace que me sienta solo en este frío y duro invierno. - Pues ya no te sientas solo- Dijo al mar el marinero - que yo estoy aquí contigo y tuyos son mis tequiero. - ¡Como un hombre yo te amo! ¡Como hombre yo te quiero! Abre mi pecho y registra y verás que soy sincero.-
Se escondieron las estrellas en la esquina de los cielos porque la luna lloraba malherida por los celos. bajo ella se acariciaban en laberinto de besos, las olas del mar alegre, las manos del marinero. - ¡Te maldigo mar antiguo! No sabes qué estás haciendo al prendarte de un mortal, siendo tú, el mar, eterno.
Se detuvo el oleaje se apagaron los luceros lo que antes era espuma se hizo un denso manto negro. Supo el mar que era imposible un romance duradero y quedó desconsolado sollozando y en silencio, y lloraron los albatros y campanas en el puerto repicaron entre lágrimas por el mar y el marinero.
- ¿Qué les pasa a tus olas?- preguntaba el marinero. - ya no le roban la sombra a mi pequeño pesquero. Y el mar no le respondía abrazado a su silencio no podía soportar que su amor se hiciera viejo. Y lloraba sus miserias de maldito ser eterno, enfadándose con todos, con la noche, con el viento.
-¡Ya no me hables de las olas!- Dijo el mar al marinero - que hace que me sienta solo en este frío y duro invierno. - Pues ya no te sientas solo- Dijo al mar el marinero - que yo estoy aquí contigo y tuyos son mis tequiero. - ¡Como un hombre yo te amo! ¡Como hombre yo te quiero! Abre mi pecho y registra y verás que soy sincero.-
Sollozó sobre la borda con tristeza, el marinero, que notaba que faltaba algo dentro de su pecho. y lloraba amargamente y se hundía en su agujero, mientras la luna reía coronando un cielo negro. pero el mar es mar rebelde, y es que no estaba dispuesto a olvidarse el corazón y a acallar sus sentimientos.
Revivió el oleaje y temblaron los cimientos de la noche en que el mar se prendó de un marinero. se alzaron miles de olas rompiendo el barco pesquero con la furia de los mares que provocaba hasta miedo. - ¿Por qué intentas matarme? ¿No me quieres? ¿Qué te hecho?- con la lágrima en sus ojos preguntaba el marinero.
- lo siento, soy egoísta, pero es que tanto te quiero, que no puedo soportar que te mueras siendo viejo que te vayas de mi lado, que te alejes de mis besos, que una noche no te tenga a mi lado mientras duermo. abrázate a mis olas yo te acogeré en mi seno y serás tú como yo, un bendito ser eterno.
-¡Y abrázate a mis olas!- Dijo el mar al marinero - para no sentirnos solos en este frío y duro invierno. - Para no sentirnos solos- Dijo al mar el marinero - yo me abrazaré a tus olas y que no me encuentre el Tiempo. - ¡Como un hombre yo te amo! ¡Como hombre yo te quiero! Abre mi pecho y registra y verás que soy sincero.-
Esta historia tan bonita las olas la compusieron en la arena de la playa con la punta de los dedos. Y en la mesa más oscura del último bar del puerto hay un pescador que cuenta con sus dos labios tan viejos que cuando hay mar arbolada en el espigón del puerto está haciendo el amor el mar con el marinero.
Jonathan Soriano Llorens |