TE AMO
Fueron palabras cálidas, desnudas, nunca escuchadas antes; rompieron en mis jóvenes oídos como brisa de abril en los pinares. Me dijo: “Te amo”, y en sus manos tibias se encendieron diez águilas reales, volando sobre mí en círculos breves, y se alteró mi sangre. Le respondí: “Yo a ti”, en encogimiento de malgastar una vez más la frase tan suspendida en labios de medio enamorados, medio amantes. Y nació una tendencia que arrastraron los años en su cauce. Dije a algunas “Te quiero”, y a pocas “Te amo”, siempre vacilante, como si fuera a profanar un templo, y temblaran mis pies en sus umbrales. Tú estabas por nacer, pero vivías dentro de mí, y yo ya empezaba a amarte; y cada otra mujer era una sombra proyectada por ti, fuego distante. Y hoy, cuando al fin recalas en mi puerto, de vuelta de otros mares, rota la arboladura de tanto capear los temporales, hoy por primera vez suenan auténticas, porque nacieron para ti radiantes, cuando alguien me las dijo y recibió en respuesta ambigüedades. Tal vez opiné entonces que era el amor, como pensé más tarde. Hoy sé que eran reflejos, espejismos, vientos perdidos en los olivares. Como te digo “Te amo”, antes que a ti no se lo he dicho a nadie. FRANCISCO ALVAREZ HIDALGO |